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Fue Henry Ford quien dijo: “Quizás es bueno que la gente no conozca ni entienda nuestro sistema bancario y monetario, porque si lo supieran, creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana”. Aunque los bancos comerciales son esenciales para la economía, ofreciendo servicios como cuentas de ahorro y préstamos, es fundamental recordar que son negocios diseñados para generar ganancias. Entender cómo operan puede marcar la diferencia entre dejar que el dinero pierda valor o hacer que trabaje a tu favor.
Contrario a lo que muchos piensan, la creación de dinero no es exclusivamente responsabilidad de bancos centrales como la Reserva Federal o el Banco de México. Los bancos comerciales, donde tenemos nuestras cuentas de ahorro y débito, también crean dinero a través del sistema de reserva fraccionaria.
La reserva fraccionaria es un sistema en el que los bancos solo están obligados a mantener una pequeña fracción de los depósitos como reserva líquida (en México, históricamente se ha establecido en torno al 10%, aunque actualmente es del 0%). Esto les permite prestar el resto de los fondos. En otras palabras, el dinero que depositas en el banco no está disponible en su totalidad, ya que gran parte se utiliza para otorgar préstamos y generar ingresos para la entidad.
Para entender mejor cómo funciona, consideremos un ejemplo simple:
Para hacerlo más práctico supongamos que un banco tiene una tasa de reserva fraccionaria del 10%. Esto significa que, por cada 1,000 pesos que alguien deposite, el banco solo está obligado a mantener 100 pesos en reserva y puede prestar los 900 pesos restantes. El cliente que recibe el préstamo de 900 pesos gasta ese dinero (aquí ya se generaron 900 pesos de la nada), que eventualmente termina depositado en otro banco. Ese segundo banco mantiene el 10% en reserva (90 pesos) y presta los 810 pesos restantes. Este proceso continúa, multiplicando el dinero en circulación.
Un aspecto clave es que este nuevo dinero es, en su mayoría, digital, creado por medio de registros contables y no necesariamente respaldado por dinero físico. Así, el sistema bancario multiplica el dinero en circulación, tú no enteras evidentemente a quién le presta el dinero el banco, solo ves en tu saldo la cantidad que debes tener. Esto puede estimular la economía, pero también genera riesgos de liquidez si demasiados clientes intentan retirar sus depósitos simultáneamente, sobretodo en momento de crisis e incertidumbre y es cuando los bancos pueden quebrar. Este escenario de riesgo de liquidez es lo que se conoce como una “corrida bancaria”, y ha llevado al colapso de bancos.
En México, para proteger a los depositantes, existe el IPAB (Instituto para la Protección al Ahorro Bancario). Esta entidad asegura los depósitos en caso de insolvencia o quiebra de un banco, hasta por 400,000 UDIS (aproximadamente 3 millones de pesos) por persona, por banco. Sin embargo, tener tu dinero guardado en el banco no es la mejor estrategia, ya que las tasas de interés que ofrecen las cuentas de ahorro generalmente son muy bajas, y el dinero “estacionado” pierde valor frente a la inflación.
El principal problema de dejar tu dinero en el banco es la pérdida de poder adquisitivo. Supongamos que tienes 100,000 pesos en una cuenta bancaria, con una tasa de interés del 1% anual, mientras que la inflación es del 4%. Al cabo de un año, tendrás 101,000 pesos, pero los bienes y servicios habrán subido de precio, por lo que tu dinero tendrá menos capacidad de compra.
Además, los bancos están diseñados para maximizar sus propias ganancias. Mientras los clientes ganan poco o nada en intereses, los bancos utilizan los depósitos para otorgar préstamos con tasas de interés significativamente más altas. Esto crea una asimetría: los clientes no generan ingresos mientras que el banco multiplica su capital prestando a otros.
Si entiendes cómo funciona la reserva fraccionaria y cómo los bancos expanden el crédito, puedes usar esa información a tu favor. Aquí algunas estrategias:
Aprovecha los créditos: En escenarios donde la inflación es mayor que las tasas de interés de los préstamos (como hipotecas), pedir prestado puede resultar ventajoso. A largo plazo, la inflación erosiona el valor real de la deuda, haciéndola más manejable.
Diversifica tus inversiones: En lugar de mantener todo tu dinero en el banco, explora otras opciones de inversión como fondos de inversión, acciones, criptomonedas, oro, o bienes raíces, que generalmente ofrecen mayores rendimientos y protegen contra la inflación.
Hasta aquí, vimos como los bancos juegan un papel crucial en la economía, pero no siempre son la mejor opción para hacer crecer tu dinero. Comprender cómo operan, especialmente en lo que respecta a la creación de dinero y las tasas de interés, te permitirá tomar decisiones financieras más inteligentes. En lugar de dejar que tu dinero pierda valor en el banco, busca estrategias de inversión que te ayuden a mantener y aumentar tu capital.